viernes, junio 15, 2007

Como ya les había contado estaba tomando los corticoides q me quedaban de una crisis anterior. Necesitaba estar bien por q el miércoles no podía faltar a la facu. El problema es q no me iban a alcanzar para hoy viernes cuando tenía turno para la neuróloga, así es q mágicamente debía ir estirándolos para q me alcanzara la última toma para el jueves a la noche y el viernes a la mañana estar lo mas normal posible para ir al hospital. La llegada estuvo casi normal, salvo con esas apariciones fantasmales de dolor q no duele, pero q está. Se q es difícil de entender: “El dolor está, pero no duele”. Suena en la cabeza como una advertencia: “Ahora te tendrías q estar revolcando hijo de puta”. Imposible no tener miedo.

Salgo del Privado con mi preciada receta en el bolsillo, pero ya hay algo q ya no está bien. No quise pedir q me llevara mi viejo al nosocomio, así es q me fui en el bondi, q me deja justo en la puerta de la facu y está a unas 6 cuadras del Hospital. Ahora tenía q volver esas mismas cuadras, pero con mi fantasma mas real q nunca sobre mis hombros. El sol, q me había parecido tan grato a la ida, se volvía mi peor enemigo. No podía ver y me desorientaba. Llego a la facu, realizo el brevísimo trámite de ver mi nota del miércoles y con un agrado q seguro no se reflejó en mi rostro, compruebo q puedo rendir el último examen de Análisis.

Ahora el colectivo. Lo esperé al frente de la facu, bajo la sombra del grueso tronco de un eucaliptus. Al menos no tenía luz directa en la cabeza. Aparece un colectivo azul, pero no es, es el A2. Rogaba q viniera otro pronto, además a esa hora no pasa un puto taxi por ahí, o es q yo no podía verlos. Otro azul, el A6. Bienvenido sea. Me siento en los asientos individuales para poder abrir la ventanilla y q el aire frío me ayude un poco. La cabeza me da vueltas. Me imagino q alguien me pide el asiento y lo mando a la mierda. Pienso q alguien me va a querer cerrar la ventana y lo mando a la puta q lo parió. Hay dos q se ríen. ¿Se rien de mi? Les voy a cruzar una patada en la cabeza antes de bajarme. Pero nada de eso pasó. En la calle 27 de abril sube un vendedor vendiendo un CD con música de los 60 y 70. Pasó canciones de Camilo Sesto, Los Iracundos, Sergio Denis y Sabú entre otros.

Mi posición debió llamar la atención. Mano derecha sobre la frente del lado derecho, casi en posición de impacto. Casi no levanto la vista ni la cabeza en todo el viaje. De a poco el dolor se va yendo y no me molesta tanto la música del vendedor ambulante. Se baja él y al rato me toca a mi. Mareado, observado por todos, toco el timbre. No mas sacudones en la cabeza. Con los ojos casi cerrados me bajo donde era la Coca Cola y me siento a la fría sombra del paredón. Me fijo y no perdí ninguna de las cosas q llevada en la mano, solo un poco de mi dignidad, pero poco me importa. Ya estoy cerca de mi refugio: mi casa.

Una vez adentro, ya estoy en paz.

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