domingo, mayo 06, 2007

Un flash

 

Estoy metiendo varios fines de semana seguidos en los q salgo. Esta vez me alejé de las pistas de baile y acepté al invitación q me hicieron a una fiesta.

La población era bastante heterogénea aunq pareja en lo q tiene q ver con los sexos.

A algunos los conocía de antes y a otros no, aunq no crucé con los demás mas q un saludo cordial.

Buena música puedo decir, de hecho hasta me dejaron meter mano en el equipo y para sorpresa mía nadie se quejó ni una sola vez de lo q estaban escuchando, no se si fue por q les gustó o tenían los sentidos tan ocupados q ni se dieron cuenta. Puse Epica, Nightwish y hasta Metallica, solo como para mencionar lo más zafado.

Pudimos degustar alguna bebidas caseras. No se exactamente q eran por q la dueña de las creaciones no quería especificar mucho, pero estaban muy ricas. Alguna acción extra en Sistema Nervioso debieron de producir, ya q se sentía como si todo transcurriera mas lento. El contenido alcohólico no era muy alto, ya q me serví varias veces y no me sentí muy mareado.

Me senté en unos sillones muy cómodos justo donde estaban otros amigos. Tres hombres y tres mujeres, pero lejos de parecernos a los giles de Friends. Hablamos de muchos bueyes perdidos, de la facultad, las farmacias, música y ecología y otras yerbas.

Una de las chicas siempre se llevó mi atención, por lo blanca, bonita y rubia, pero a decir verdad, nunca me acerqué demasiado a ella ya q pensaba q no me llevaría el apunte. Charlamos largo rato entre todos, pero con el tiempo los demás se fueron levantando, por una u otra cosa, hasta q al final solo quedamos los dos.

Hablé con ella de varias cosas, pero lo q mas me llamó la atención fue como vivió con la penosa enfermedad de su padre, hasta su muerte.

Esa noche llovió mucho acá, así es q algunos de los invitados mas retrasados, se mojaron. Para q no se enfermaran, la dueña de casa decidió prender la calefacción. Al rato estábamos inundados de un agradable calorcito. Lejos quedó el pulóver y la camisa gruesa q llevaba.

A pesar q la estaba escuchando y atentamente, mis ojos no podían dejar de notar su cuerpo, encerrado en ese vestido negro, q solo hacía resaltar la blancura de su rostro, manos y piernas.

Se había quitado los zapatos y yo no podía dejar de mirarla. Tenía los pies sobre el sillón, como acurrucada, pero sin perder la delicada postura.

Yo no estaba en la posición de lo mas cómoda, así es q me movía para q la columna no se me terminara de desviar, aparte soy bastante inquieto. Estiré mis pies, también sobre el sillón. Ella hizo un chiste q me causó gracia y no se por q, con mi pie le toqué el suyo.

Desde hacía mucho tiempo q un contacto no me parecía tan electrizante. “Me gustan tus medias blancas” le dije. “Siempre me las pongo” contestó, “Me sentiría como q no tengo nada si no las uso”

Me saqué la media derecha y con mi pie toqué nuevamente el suyo. “Suavecito” le dije. No había mucha luz, pero estoy seguro q se puso colorada. Yo seguro me puse colorado, no se por q lo hice, no suelo hacer esas cosas.

Seguimos charlando bajito, entre risas y miradas. Me dio su nuevo número de teléfono. Luego me ofrecí a llevarla hasta su casa y ella aceptó.

Me dije q la iba a llamar recién el viernes. Espero cumplirme la promesa.

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