jueves, febrero 01, 2007

El otro día me pasó una de esas cosas q te retrotraen al pasado y te congelan el presente.

Estaba esperando el colectivo para ir a la facultad para averiguar cuando es la fecha de examen. Como siempre espero para tomar los azules, por q los naranjas aunq son mas rápidos, pero hay q viajar apretujados y con este calor es toda una tentación para un ataque de pánico. O de caspa al menos.
El colectivo viene vacío y me siento en uno de esos asientos de adelante q miran para atrás, por q la mayoría de las personas no los quiere ni regalados y por sobre todas las cosas por q me permiten ver a la gente, sus caras y las cosas q hacen.
Un poco antes de llegar al centro, sube una señora joven, con dos criaturas. Pasa y se sienta en los asientos q están al frente de la puerta para descender, por q el descenso es por el medio del bondi.
Los dos chicos jodían y yo los miraba. Veía como ella los retaba un poco pero sin ganas, como esas cosas q dicen los padres q ya están cansados de lo q hacen los hijos y ya no quieren renegar mas. Eso mismo hacía ella.
Algo en su rostro me resultaba familiar pero no sabía q era. Dueña de una tez blanca, no muy alta y pelo negro azabache, pero corto.
En la curva q hace el colectivo, uno de los niños se cae y ella se apresura para levantarlo. Cuando pone su mano en el pasamanos, supe quien era. El dedo anular de la mano derecha, con una uña casi inexistente y el resto de la punta quemada, me dijeron q era ella. Ella unos 13 o 14 años después.
Pocas mujeres me volvieron loco, pero al grado de no saber si había comido o no, o saber en q día estaba. Eran épocas en las q no habían fantasmas ni cosas q remordieran la conciencia o condicionaran el futuro. Era mas puro, todo.
Recuerdo como era; delgada, bajita, con sus dos grandes ojos azules con ese brillo opaco y ese pelo negro q tanto me gustó. Podía pasarme horas escuchando su dulce, pero a la vez un poco ronca voz. No me importaba nada mas.
Pero también recordé la noche q la perdí. Eran como las 2am y ella estaba charlando con un tipo, bueno pero más feo q agarrarse los dedos con la puerta del auto. Negro como la noche, la sedujo con su habla. Al rato al escuchar silencio salgo a ver q pasaba donde antes escuchaba risas y los vi., besándose.
Sentí una angustia tremenda y de no ser por q otro amigo q no sabía nada de la situación me preguntaba boludeces, me hubiera largado a llorar allí mismo. Ese día supe lo q era un corazón roto. Por eso cada vez q escucho a Calamaro con esa canción la recuerdo.

Y allí estaba yo sentado en el colectivo viéndola a ella con los dos hijos de él. Me contaron q se casaron e hicieron una fiesta ostentosa, con muchos invitados y comida de lo mejor. Al poco tiempo del casamiento ella quedó embarazada y perdió al niño, luego cayeron a una miseria económica inimaginable, casi al punto de la mendicidad. Supe q él la abandonó y le dejó los dos chicos, los cuales los cría con la ayuda de la madre.
Me di cuenta q ella me vio y me reconoció, pero no dijo nada, al igual q yo. Poco después se bajó en el centro. Yo me bajé mas adelante, en la facultad, pero con el mismo corazón q esa noche de noviembre del 94.

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