jueves, mayo 11, 2006

Sueño

 

Hay personas q tienen sueños recurrentes y en alguna medida yo no fui la excepción. La recurrencia en mis sueños tenía q ver con el desplazamiento o la forma de realizarlo. En mis sueños me transporto por el barrio 1ero caminando, pero sin prisas, eso es importante. No hay q correr, por q si corro, siento q las piernas se traban, no puedo moverlas y lo q trato de alcanzar se me escapa. Esa era una historia recurrente de mi niñez, hasta q un día pasó. Ya no necesitaba correr, por q podía volar, no como las aves pero bastante parecido. Me deslizaba por aire con total impunidad de la ley de gravitación universal. Era mucho más q una hazaña, era algo glorioso. Esa fue la 1era vez q pude hacerlo. Lo recuerdo como si fuera ayer.

Con el tiempo fue repitiéndose y el gozo de la experiencia era inenarrable. Cada vez q soñaba q había volado estaba feliz, con lo extraña q es esa palabra para mi. Utilizaba mi superpoder onírico para cosas buenas y diversión personal, como aquella vez q decidí atrapar a los delincuentes en barrio Güemes, donde vive mi abuela. Los tipos habían robado algo y haciendo uso de mi superpoder los alcancé avanzando por sobre los techos de las casas. Era fabuloso saltar a los techos de la escuela Adolfo Saldías y desde allí ver el recorrido de los cacos. Salté hacia La Cañada y con mis pies los derribé, siempre cayendo desde arriba. Misión cumplida. Esto de volar e sueños sucedió varias veces, aunq no podía hacer uso de el todas las veces q yo quería.

No entiendo el mecanismo de mis sueños, pero les juro q no fumo nada antes de dormir. El caso es q en una ocasión decidí cometer un mal, q no viene al caso narrar, además es algo bastante vergonzoso para ser contado. Bueno el caso es q cometí esa terrible maldad, hijeputez diría yo, de manera totalmente premeditada. Y luego tenía q huir, así es q lo intenté y me salió. Salté del techo con una carcajada y mis presuntos captores se quedaron al borde. No conforme con eso, salté al techo de un colectivo, el 87, cosa curiosa por q dejaron de circular en el año 1984, y desde allí hacía escarnio de mi captores. Llegando a la plaza San Martín me bajé de un salto del colectivo, caminé hacia la estatua del libertador y de un salto le toqué el sombrero. Me bajé y saltando sobre el cabildo, me dirigí a mi casa. A medida q me acercaba noté q perdía mis fuerzas, los saltos cada vez eran mas cortos y menos altos, hasta q terminé caminado a la altura del puente Avellaneda. De repente cobré miedo. Mis captores. Podían atraparme si quisieran. Podía correr o al menos eso creía yo, ya q al intentarlo mis piernas se trabaron y apenas podía moverme. A la mitad del puente me caí enredado con mis propias piernas. Podía sentirlos detrás de mí, tal vez me tirarían al agua, y yo no se nadar. Antes q me atraparan grité. Y me desperté.

No puedo precisar cuando fue este sueno, pero estoy casi convencido q fue la última vez q soñé q volaba.
Esto de los sueños y los vuelos me hace recordar a un libro de lectura de quinto grado si mal no recuerdo. En el había una lectura q decía en parte así:

El niño q sueña, ¿Qué sueña?
Sueña q vuela
¡Que bien se vuela soñando!

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