miércoles, marzo 22, 2006

El Guaso y la Carola

 



Lo q les voy a relatar a continuación ocurrió entre las 22hs del domingo 19 y las 12pm del lunes 21.
Como ya saben, en mi casa hay 2 perros, la Carola y el Guaso, de personalidades muy distintas entre si.
La Carola, toda dulce, cariñosa, siempre fiel, bastante obediente en la calle; a tal grado q a pesar de vivir en una calle muy transitada, me animo a dejarla salir sin cadena, por q sé q me va a obedecer. De mas está decir q es la mas querida de los dos.
Por otro lado está el Guaso, q lo encontramos en la calle cuando tenía como un año, todo lleno de pulgas como nunca vi en un perro. Lleno de todas las malas costumbres q siempre odié en un perro; corría los autos, atacaba las bicicletas, ladra por cualquier cosa, rompe la correspondencia y otra serie de joyas de su personalidad. Además de todas esto sufre un accidente, tal vez automovilístico, q redunda en una operación q me dejó casi en la bancarrota. Después de eso me muerde y casi me saca una uña.

El domingo a la noche, la Carola está acostada (donde también duerme mi vieja) a los pies de la cama, sobre la sábana limpia q mi mamá le pone todas las noches, para q la cama no se ensucie. La veo acostada y la voy a abrazar (en realidad a cargosear), le miro las orejas, le miro los dientes, la panza, le toco la cara, le doy unos besos, le grito en el cogote, en fin, las mismas cosas q le hago siempre, todas las noches antes q se vaya a dormir. Tal vez se me fue la mano en la cargoseada, por q en determinado momento, se levanta y se hecha para el lado totalmente opuesto donde estaba yo. La guacha me dio la espalda y se puso a ver para el otro lado.

Al otro día y recordando lo q había pasado me pongo a hacer unas cosas para mis bonsái. Esto implicaba el alisado de maderas con la amoladora (una piedra esmeril giratoria). Este proceso libera mucho polvillo de madera q puede llegar a ser muy molesto y mas aún si uno lo hace en el garage de la casa, con el auto adentro y sin ventilación. Quiso el destino q el perro (o mas bien el Guaso) también estuviera en el garage. A los instantes comienzo a sentir q estornuda, una y otra vez, entonces le digo: “Bueno, si no te gusta te vas de acá”. El perro no se fue, se aguantó todo el polvillo. Una vez terminada la tarea, apago la máquina, salgo del garage y cuando voy al patio para seguir con los bonsái, lo veo al Guaso, justo al lado mío. Lo único q estaba haciéndome era compañía.

No quiero hablar mal de la Carola, por q es un angelito. O demasiado bien del Guaso, por q me mordió y a veces gruñó. Pero…como me dejó pensando.

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