sábado, marzo 04, 2006

Historia de Terror

 




Esta historia transcurre en el verano de 1999, en la Provincia de La Rioja, en las cercanías del dique de Anzulón, a unos 16 km. de un pueblo llamado Santa Rita de Catuna. Para llegar a este lugar había q circular varios km. por camino de tierra, lo cual dificultaba la situación si uno lo quería hacer rápido. La casa a la q ibamos estaba deshabitada todo el año, así es q se pueden imaginar el estado en q se encontraba, mas siendo una casa vieja. El terreno era enorme y aparte de la casa en el centro también constaba de una parte de monte al cual era muy difícil ingresar. Por este lugar circulaban los caballos del tío de amigo.
El caso es q me había ido allí con mi amigo Elvio el año antes y ahora estábamos de vuelta en el lugar. El lugar era (es) bastante inhóspito, pero ello no nos atemorizaba. Muchos bichos, arañas, alacranes, algunas serpientes, en fin todo un paraíso. Como no teníamos auto nos llevamos las bicicletas. Toda una proeza transportarlas en colectivo y luego volver a armarlas allí. Cuando nos fuimos en el 98 yo tenía grandes expectativas respecto a las historias de campo q la gente podía contar, pero nadie contaba nada y lo poco q contaban no atemorizaba a nadie. No tenía idea q yo iba a vivir mi propia historia de pánico…
Ese día todo comenzó raro. Planeábamos ir al pueblo, los 16 km. en las bicicletas, bien temprano para q no nos agarrara el sol, que es inclemente cuando ronda el mediodía. Como a las 5:30 de la mañana me despertó un ruido en el patio, pero como no escuché nada mas me volví a dormitar un poco. Entre q cierro los ojos y luego los abro, veo asomada por la ventana y a la altura de mi cintura la cabeza blanca de un caballo, el cual se asustó cuando yo pegué un grito. Me puse blanco del susto, según mi amigo. Pasado el trágico suceso nos volvimos a dormir y para sorpresa nuestra cuando nos despertamos eran 12:30 más o menos. Demasiado tarde para ir al pueblo, nos íbamos a insolar. Por lo tanto decidimos ir después de las 6 de la tarde q es cuando los negocios abren y se puede circular por la calle por el intenso calor.
A las 6 de la tarde cuando estábamos por salir para el pueblo, pero para nuestra sorpresa, la rueda de la bicicleta de mi amigo estaba pinchada. “Esperáme un cacho q la arreglo” me dijo. Así lo hizo y cuando la armó ¡Zas! Se volvió a pinchar, tenía una espina de algarrobo clavada y el salame no se dio cuenta. Ya se hacía tarde para esperar q parchara la cámara y saliéramos los dos, así es q decidimos q iba yo solo y compraba todo q nos hacía falta. Ya me había demorado esperando q parchara la rueda la 1era vez. Además en el pueblo todo se hacía despacio y mas aun viendo q el q compraba era un completo desconocido. Tenían q saber quien era, de donde venía, a q venía; y en todos los negocios a los q iba era la misma historia. Eran como las 9:30 cuando pude enfilar de vuelta para la casa. De todos modos yo no tenía apuro, ¡Si estaba de vacaciones!
Ya estaba oscuro, pero el camino no era difícil de ver, estaba bien pintado…hasta q llegué al camino de tierra. Otras veces nos habíamos vuelto de noche, pero los dos juntos y con la Luna como iluminadora. Pero esta vez no. Estaba yo solo y la Luna no. Después supe por q: era Luna Nueva. Ya no estaba en la ruta con algún auto q pasara cada tanto. No, iba por la tierra, en medio de una soledad inimaginable. El camino no daba como para ir muy ligero, tenía muchos serruchos q obligaban a disminuir la velocidad o caerse, además estaba cargado hasta las orejas, con comida y repuestos para las bicis. Trataba de no pensar en la oscuridad cada vez mas penetrante q se cernía sobre mí, pero no podía. Iba cantando para sentirme menos solo, pero pronto me agitaba, por q involuntariamente aumentaba la velocidad para llegar mas pronto. Veía sombras por todos lados en medio de esa oscuridad indescriptible. El suelo…podía estar lleno de insectos q me picarían si ponía un pie en el. No podía caerme. En eso pensaba, hasta q llegué a una curva, la curva del 128, le decían, por q una vez un Fiat 128 se dio vuelta con unos pescadores q iban para el dique. Yo en ese momento quería creer q todos habían muerto. No bien voy pensando eso, cuando piso un montón de arena y fui a parar al suelo; Yo, la comida, los repuestos de bicicleta y la bicicleta. Me levanté como un rayo. En ese suelo maldito podían haber cientos, miles de arañas, serpientes y demás bichos dispuestos a quedarse con mi ser. Sentía q esas sombras q me acompañaban desde el comienzo del camino de tierra, se abalanzaban sobre mi. La angustia era tan terrible q se me formó un nudo tremendo en la garganta. La sensación era tan rara q aunque hubiera querido no me habría salido ni una lágrima. Me levanté como pude, subí a la bici y continué el camino desesperado hasta la casa. Los pensamientos y las alucinaciones me continuaron persiguiendo hasta q llegué a la ultima curva y desde allí se ya se podía ver la casa. O al menos así debía ser. Se distinguía poco el camino, pero era el correcto. Crucé la aguada, los árboles eran los correctos…pero no había luz en la casa. Con suerte se habría cortado la electricidad, pero eso no podía suceder. No esa noche. ¿Entonces por q no se divisaba la casa? No tenía explicación. Cuando me fui acercando, comprobé q era el lugar correcto, solo q la luz estaba apagada. Al dar la vuelta para entrar a la casa, veo para mi alivio q había luz debajo de la puerta. Tiro todo en la entrada y empujo la puerta y lo veo al Elvio, en cueros y pantalón corto con un mate en la mano y me dice: “Uhh. Tan rápido volviste? ¿Qué hora es? Cuando te fuiste me volví a dormir, recién me despierto. Perdoná, me olvidé de prenderte la luz de afuera”
El tipo nunca supo de la paranoia y la psicosis q yo padecí esa noche. Lógicamente me las guardé. Yo, bien macho, no le iba estar contando mis miedos.
Tres días después le paso algo similar, pero a él. Cuando habíamos vuelto del pueblo, se acordó de algo q había olvidado hacer, y se volvió. Llegó tarde y lo notaba medio intranquilo. Al rato me dice: “Che, la próxima vez q vamos para el pueblo, anotemos todo lo q haya q hacer, por q, la verdad, ese camino no da para volverse solo a la noche”.

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