lunes, octubre 22, 2007

De Orquídeas y Mujeres

 

Mi relación con la rubia no es como yo esperaba. Nos vemos solo los fines de semana y alguna q otra vez en el centro, ahora ya menos por q empecé a trabajar en una farmacia. Lo q dificulta la cosa es q su madre no me quiere, no se si es por q no tengo plata o tengo gustos demasiado caros como para no tener plata. En fin, solo nos vemos bien los fines de semana q es cuando me instalo en su casa por q no está su señora madre (vieja de mierda). De hecho este sábado llevé una película (La habitación del niño) de terror como siempre, la cual a pesar de mi desconfianza, resultó ser una joyita del cine español. Como el domingo a la mañana yo tenía q ver cosas de mis plantas, quedamos q nos veíamos a la tarde en el Paseo de las Artes. Como a las 5 de la tarde ella me llama y me dice q la madre se golpeó el tobillo haciendo no se q cosa y la tenía q ayudar, así q no nos íbamos a ver. Me dio bronca y pensé en no ir, pero como ya estaba cambiado, agarré los cospeles y me fui a dicho paseo.

Allí me fui al guaso q vende monedas (el numismático) y luego la recorrida habitual por la gente q vende plantas (el paseo es grande, pero yo sólo veo a estos q menciono). Entre los plantígrados (los q venden plantas) estaba Emilio, un tipo al q ya puedo ir catalogando de amigo. El vende las plantas con flores mas hermosas jamás creadas: Orquídeas. Se ir como a eso de las 6 y puedo llegar a quedarme charlando con el hasta las 10, q es cuando los artesanos desarman sus puestos y se van a su casa, pero esta vez me iría mucho mas temprano.

Como a eso de las 6 y media o siete cae a su puesto una chica q sabía lo q el vendía, no era de esas q van y preguntan “estos son claveles del aire?” (idiotas) Le preguntó por un par de plantas por su nombre científico, lo cual me llamó la atención. En el acto metí un par de bocadillos para entrar en la conversación, asi q al rato ya estábamos conversando los tres. Cuando al rato cae una vieja a preguntar alguna huevada, aproveché para seguir hablando yo con ella. Soy medio choto para estas cosas; lo recuerdo ahora y me transpiran las manos. Le pregunté si tenía muchas y me tiró un numero exacto al instante: 82 plantas. Me contó q no pensaba aumentar el número, pero de a poco se interesó mas y mas y siguió adquiriendo otros ejemplares. No quería, pero al final le pregunté donde vivía. “Nueva Córdoba” me dijo. “Cerquita” le contesté. Vaciló un instante y me dijo: “Querés venir a verlas?” Miré a Emilio y le extendí la palma de la mano abierta en son de saludo. Me correspondió y fui con la flaca esta.

Camino a su casa le pregunté como fue q se interesó por las plantas. “Solo me interesan las orquídeas. Fue por mi viejo. Antes de morirse me agarró la mano y me dijo: Cuidáme las plantas. No le podía fallar en mi promesa. No tenía idea y de a poco fui aprendiendo”

Lo q el padre le dijo me impactó. Un orquideófilo no asigna a nadie nuevo el cuidado de sus plantas, sino a alguien q ya sepa de ellas. ¿Por q este hombre le pide a la hija, algo en lo seguramente fracasará? Tal vez por q eran plantas demasiado importantes, como para q otro las tuviera (la mayoría de los orquideófilos son medio egoístas).

La casa si bien era de fachada antígua, por dentro no lo era y al final de la misma estaba el orquideario. La calidad del mismo era tal q estaba dividido en uno refrigerado para especies del sur del pais y otras europeas y el tropical con especies mas conocidas para mi. Estuvimos charlando un rato largo de las orquis, pero de a poco dejé de centrarme en las plantas y empecé a mirarla a ella. Me llamó la atención q su belleza se destacaba al no usar una gota de maquillaje, tampoco pintura de uñas. Me invitó a tomar mate y no pude negarme. Nos tiramos en un sillón, ya lejos de las plantas y nos contamos algunas de nuestras penas.

No se, pero últimamente me parece q la muerte me consigue mujeres (aunq sea para charlar). Como a eso de las diez de la noche decidí q era tiempo para irme a casa. Antes de despedirme le dije q podíamos hacer un intercambio de plantas, al cual accedió muy gustosa. “Cuando vas a venir?” me preguntó. “Y…el domingo q viene”

Las mujeres en mi vida no han sido pocas, han sido poquísimas, y justo me vienen a tocar dos juntas. No se como voy a hacer el próximo fin de semana y ya me siento mal por eso.

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